El alcohol para nuestro organismo es tóxico. Incluso pequeñas cantidades de alcohol supone que en el hígado se forme acetaldehído, un compuesto tóxico procedente de la metabolización hepática del etanol (alcohol).
El consumo frecuente de alcohol, aunque sea en cantidades de una copa de vino o una cerveza al día, puede aumentar el riesgo de distintos cánceres como el cáncer de hígado, de cavidad oral, de faringe, laringe y de esófago entre otros. También afecta al hígado, pudiendo producir un daño hepático crónico desarrollándose fibrosis e incluso cirrosis hepática.
A nivel neurológico, en el momento de consumir alcohol podemos perder el control sobre nuestras acciones dado el estado de embriaguez. Esto puede exponernos a accidentes no solo por la pérdida de reflejos y poder de actuación sino por actuar de forma temeraria y exponernos a situaciones de riesgo pudiendo tener un desenlace fatal o pudiendo arrepentirnos de nuestras acciones cuando ya es tarde. A largo plazo, el consumo de alcohol también tiene repercusiones neurológicas pudiendo alterar la memoria.
Por otra parte, el alcohol puede generar una adicción, como cualquier droga, y hacernos dependientes, pudiendo anular algunas de nuestras funciones vitales o alterar la relación con nuestro entorno a nivel familiar, social y laboral.
También el consumo de alcohol centrado en, por ejemplo, un día a la semana pero en grandes cantidades juntas, el conocido como “binge drinking”, es muy nocivo para nuestra salud puesto que estamos sometiendo al hígado a una situación de toxicidad aguda por consumo de alcohol pudiendo conducir en el momento agudo a presentar una pérdida de conciencia y estado de coma que, en el peor de los casos puede suponer una parada cardiorrespiratoria.
¿Cómo afecta el alcohol a la diabetes?
¿Por qué es mejor no tomar alcohol con diabetes?
La hipoglucemia inducida por alcohol es uno de los riesgos específicos en el caso de consumir alcohol y tener diabetes en tratamiento con insulina o determinados fármacos como pueden ser las sulfonilureas. Esto es porque en el hígado se almacena glucosa en forma de glucógeno. Cuando el cuerpo detecta una situación de hipoglucemia, uno de los mecanismos de defensa del organismo es que se libere glucosa desde esta reserva mediante el glucagón. Cuando entra en juego el alcohol, el hígado se encuentra “ocupado” eliminando el alcohol del cuerpo. Al ser esta la prioridad en el caso de consumir alcohol, la respuesta del glucagón se ve disminuida y, por tanto, hay riesgo de que en situación de hipoglucemia sea grave y no responda tampoco a la administración de glucagón.
Alcohol y diabetes tipo 2 (DM2)
El alcohol aporta calorías “vacías” puesto que no tienen un valor nutricional como tal. Esto puede suponer que el consumo habitual de alcohol conduzca a tener además sobrepeso u obesidad empeorando en este sentido el control de la DM2 y del llamado síndrome metabólico. También puede empeorar a nivel hepático la esteatosis hepática, presente más frecuentemente en personas con DM2. A nivel del páncreas, puede conducir a una inflamación crónica (pancreatitis) siendo perjudicial para la capacidad de secretar insulina, empeorando el control glucémico.
¿Se puede tomar cerveza sin alcohol con diabetes?
La cerveza “sin” es aquella que tiene una graduación alcohólica menor al 1%, es decir, sí que tiene un poco de alcohol, siendo importante tenerlo en cuenta si vamos a conducir o en el caso de estar embarazada.
La cerveza 0,0 es una cerveza sin alcohol (no puede aportar más de un 0.04% de alcohol, siendo esta una cantidad ínfima).
En la producción de cerveza se utilizan distintos cereales que aportan calorías (menos que en la cerveza normal) e hidratos de carbono, que habría que tener en cuenta en el caso de consumir este tipo de cerveza y tener diabetes.
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